¿Es correcto que un pastor o ministro cristiano sea rico?
¿Hace alguna diferencia si obtuvo esas riquezas antes de ser ministro, o quizá porque es un empresario y aparte de sus negocios también es predicador —de lo que no recibe ninguna ganancia? ¿Tiene Dios algo en contra de que un predicador prospere?
¿Enseña la biblia principios de economía y negocios? ¿Cuáles serían los parámetros?